30 septiembre, 2017

Sueño #300917


Acabo de soñar contigo… Estaba yo en mi cuarto, como ahorita, en shorts y con una playera de tirantes, en mi cama con Vader, dormida por tanta aburrición. De repente, no sé cómo entraste a mi casa y llegabas a mi cuarto. Mi cuarto ya no era mi cuarto de CDMX, ya estábamos en cuerna. Llegabas y me decías con mucha angustia “No sé qué hacer”, yo no respondía nada. Seguías “Laura me acaba de escribir y me dijo ‘estoy muy emocionada porque al rato estaremos tuyo yo, juntos en (inserte nombre de algún foro y/o concierto)’ y yo ya no quiero.” Permanecí callada, en mi cama viéndote desparramarte en esa silla que ni tengo en la vida real. En ese momento te iba a interrumpir para decirte “Oye, lamento tu pedo, pero yo ya no soy tu amiga, ya no quiero ser tu amiga y no sé qué tengas que hacer”, pero ni tiempo me diste, seguiste “Quiero ir con D, ¿Qué hago?” y te aventabas a mi lado sumergiendo la cabeza en la cama, junto a mí, muy cerca de mí. Te vi y quise besarte, pero no, te dije “Tu pedo es que siempre haces esto, antes no me daba cuenta, pero ahora todo es muy claro”, eso lo dije obviamente porque yo me sentí Laura en ese momento, una chica a la que seguramente habías ilusionado con tu pinche carita de buen niño y tus tratos caballerosos que enamoran a cualquier mujer porque ya nadie nos trata así y aunque tengas novia, creemos pendejamente que tal vez quieres estar con nosotras. 

Me volteaste a ver y dijiste algo que no recuerdo que dejaba caro que Laura era sólo tu amiga, tu pedo era que en vez de querer ir con tu amiga querías ir con tu novia. Me sentí estúpida por haberme proyectado mentalmente sugiriendo que Laura era otra como yo en tu vida. Entonces dijiste “D quiere un póster” y yo “Pues se lo compras” y tú seguías poniendo pretextos a los que yo encontraba solución porque el pedo era que no querías ir es puto concierto sin tu novia. 

Te dije “Debes hacer cosas con otras personas, eso enriquecerá tu relación, no puedes hacerlo todo con ella, ¿por qué eres así?” y tú, clavando nuevamente tu cara en la cama dijiste “Sí, soy un viejo enamorado” y yo pensé “No, eres un pendejo”

Mi mamá entró al cuarto, estaba desnuda, se acababa de bañar y yo te abracé tapándote la cara para que no la vieras, te sacaste de onda porque no sabías que pasaba, te dije “Mi mamá acaba de entrar y prefiero que no la veas desnuda”, ya estaba por ahí también mi hermana y todos nos reímos de mi comentario. Se fue mi mamá y no te avisé, me quedé pensando, no sé en qué, pero fue de esas veces en las que te quedas con la vista perdida, sumergida en un pensamientos, recargada en ti con tu cara hacia la cama, entonces regresé y te dije “ah, ya se fue mi mamá” y tú dijiste “sí, escuché el silencio y pensé ‘¿ya se habrá ido?’” Nos reímos y me abrazaste por la espalda. 

Por un segundo, todo se sentía como antes, como antes de que algo pasara entre nosotros, como cuando éramos amigos y claramente nos tirábamos la onda, pero no había pedo porque nada estaba dicho, todo eran suposiciones y en eso nos escudábamos para pensar que “todo estaba bien”, cuando en realidad sólo nos hacíamos pendejos. La diferencia es que en este sueño ya habían pasado las cosas, yo ya sabía que habías decidido quedarte con tu novia y que a mí me habías botado sin reparo. Sin embargo, me quedaba en tus brazos, pensaba “otro ratito” mientras te aconsejaba como antes diciendo “Debes estar con más personas…”. Hubo un silencio y empecé a enseñarte un dibujo que hice de Vader, que realmente no era un dibujo, no sé... y desperté.

29 septiembre, 2017

Ya me cansé, adiós.

Desde que me dijiste que habías tomado una decisión y que te ibas con ella no he dejado de pensar: ¿Qué hacer? ¿Qué se supone qué debo hacer con todo lo que me dijiste y con todo lo que sentí? ¿Qué verga hacer después de lo que pasó entre nosotros? La vida sería más fácil si no tuviera que verte diario.
A veces me dan ganas de aprovechar todo lo que sé de ti cual pinche loca y hacer de tu vida un puto infierno, pero al final sólo me pregunto ¿para qué? Ya sé que no voy a ganar nada de lo que yo quería haciendo eso, porque si las cosas no te salen o te va mal en la vida no será por mi culpa.
Sí, mi ego retorcido y herido desea mucho que te arrepientas, que las cosas no te salgan como las tienes idealizadas en tu mente, que te des cuenta que la cagaste, que un día despiertes y digas “Qué pendejo soy”, que me busques y me digas “¿Hola?” y mandarte a la mierda, que se te volteen las cosas, que ella sí resulte ser todo eso que me decías que te cagaba y que ahora dices que es lo que más amas…
PERO NO, esa parte de mí no es más fuerte que la que te quiso, la que te creyó, la que soñó contigo, la que quiso despertar a tu lado, la que suspiraba escuchando la canción de los ojos claros, la que te dijo que te quería, la que me puso súper nerviosa ese día que nos dimos el primer beso en mi carro. Ésa que no me dejaba sostenerte la mirada por lo mucho que me gustabas, ésa que mandaste al carajo porque a la mera hora, después de todo, ya no me quisiste.
Así que puedes estar tranquilo, jamás haría algo que te hiciera daño, pero ¿entonces qué puedo hacer?
Lo pensé mucho y un día hablamos. Te dije que todo podía seguir como antes, que fuéramos amigos y confidentes, que platicáramos, etc. ¿PERO QUÉ CLASE DE PENDEJADA FUE DECIRTE ESO? Claramente somos todo menos lo que fuimos. Partiendo de que ahora me tratas como los perros tratan al árbol que ya orinaron, vanagloriándose por haber saciado una necesidad y siguiendo su camino porque ya no lo necesitan. Antes estabas al pendiente de mí, de verdad se notaba que yo te importaba y no hablo en un plan de ligue, hablo como amigos, como se preocupa uno por las personas que quiere, estabas ahí, te hacías presente de mil formas, hasta con un pinche like o comentario en lo que yo publicaba y ahora, NADA. Ya me “orinaste”, ya qué chingados, ¿no?
A raíz de eso y de que neta me esforcé por ser de nuevo tu amiga y sonreír aunque por dentro me doliera todo, me bastó recapitular lo que vivimos en estos meses para llegar a la conclusión de que ya no quiero. Ya me cansé de ser “madura”, de ser “buen pedo”, de ser la que “puede con todo”, de “dejar pasar las cosas”, de minimizar lo que me duele, de hacerme la fuerte y de fingir cosas cuando no tengo la más mínima necesidad de hacerlo.
Estoy cansada y lo único que puedo y quiero hacer es alejarme. No, no quiero ser tu amiga otra vez, ni tener lo que teníamos, ni ser parte de tu vida. No es por orgullo, ni por dignidad, ni por esas mamadas que la gente usa para agarrar fuerza sin argumentos. No, nada de eso. Es simple y sencillamente por amor propio.
Sí, así de mamón como se escucha, porque si tú no tuviste reparo en entrar y salir de mi vida con una sarta de discursos incongruentes y volubles, sin detenerte un segundo a pensar en mí y en el daño que me ocasionarías o peor aún a sabiendas de ello, no eres alguien que quiera tener en mi vida, ni que merezca mi amistad, ni mi amor y mucho menos mi confianza.
Tal vez “perderme” te dé exactamente lo mismo, ¿y sabes qué? No importa, yo me voy tranquila, porque siempre fui honesta contigo, porque sinceramente te quise y nunca, jamás hice algo egoístamente que sólo me beneficiara a mí, siempre, siempre, SIEMPRE pensé en ti y lo sabes.
Quise darle otra oportunidad a lo que fuimos antes de todo este desmadre, de verdad quise hacerlo porque creo fielmente en las segundas oportunidades, pero también creo que ya he dado muchas en mi vida y ya no quiero, lo siento.
Suerte en todo, adiós.

31 diciembre, 2015

Adios 2015.

Aquí estoy, fumándome un cigarro como siempre lo hago cuando las cosas no tienen sentido, cuando no me siento bien y cuando pierdo el piso.

Este año ha sido muy difícil. He vivido cosas que han marcado mi vida y aunque ahorita no logro verle el lado bueno a todas esas duras experiencias, sé que lo haré en algún momento. 

Se acaba el año y se acaba de la peor manera porque habrá muchas silla vacías y porque no habrá euforia y emoción cuando el reloj marque las 12, se acaba el año y espero que con él se acaben muchas cosas que no me gustan.

El 2015 me enseñó cosas de mí que no me gustan y también otras de las que no me creía capaz, me ha llevado al límite, me ha obligado a ir de urgencia al hospital por el estrés y también hizo mejorar mis tiempos en las carreras. Me demostró que no soy tan fuerte como siempre aparento, pero que puedo lograr todo si me lo propongo. También me enseñó que me tiro mucho al drama y que la vida no es tan complicada. Me regañó de mil maneras y yo no quería hacerle caso. Me dijo en el oído que nada es para siempre y que no tiene nada de malo que las cosas se acaben o que las personas se vayan. Me hizo tomar decisiones que me negaba a tomar y me ha sacado más lágrimas que cualquier otro año. Me hizo crecer a fuerzas, a putazos, sin consideraciones. Me hizo darme cuenta que soy una huevona, desidiosa, quejumbrosa y lo odié por eso. También me enseñó plomería, música, ferretería, cocina, pintura y mil cosas más que seguro me servirán en el resto de mi vida. 

Sí, no todo es tan malo tomando en cuenta que los logros son sólo el resultado de tantas caídas, porque los momentos difíciles son los que nos hacen crecer y este año me agarró del cuello varias veces y me tumbó sin misericordia en el suelo para darme la fuerza que necesito para empezar el próximo año.

El 2016 viene lleno de nuevos retos que me aterran, pero que al final, sé que no los pasaré sola y sé que seré capaz. Viene lleno de esperanza y de muchas ganas de retomar lo que me gusta, lo que sueño, lo que sé que puedo lograr.

Así que, a darle.

Bienvenido, 2016.